jeremias 23:1 ¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi rebaño! Dice Jehová.

¡Jeremías fue mordaz en sus
reprimendas contra ciertos pastores!

Creo que Dios tiene un ejército de pastores piadosos hoy, pero el profeta Jeremías emitió esta reprimenda a los asalariados: “¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi rebaño! Dice Jehová.” (Jeremías. 23:1) “Porque tanto el profeta como el sacerdote son impíos; aun en mi casa halle su maldad, dice Jehová.” (verso 11).
Jeremías llamo a estos hombres “profetas de Sodoma” – y enumeró las clases de maldades que vio en ellos:
  1. La primera en la lista es adulterio – pastores con ojos llenos de lujuria. Ellos son sensuales, carnales con ojos errantes.
  2. Caminan en la mentira – la verdad no está en ellos.
  3. Fortalecen a los malhechores en sus caminos de maldad. ¡No exponen el pecado de sus miembros prominentes, porque arriesgan sus ingresos en diezmos!
  4. Hablan de visiones que no son de Dios – más bien, hablan de visiones carnales diseñadas para levantar sus propios egos y reputaciones.
  5. Apoyan a los comprometedores por miedo a perder su afecto y apoyo.
  6. Promueven sueños personales diciendo: ”Dios ha dicho” cuando Dios no ha dicho.
  7. Usan ligerezas (bromas) en el púlpito – no humor sano, cuando sea apropiado, sino chistes frívolos.
  8. Toman mensajes prestados de otros – no tienen una palabra de Dios de ellos mismos.
  9. Y, lo peor de todo, tienen un mensaje que le sirve sólo a ellos. Jeremías dijo de ellos: “No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan: os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová. Dicen atrevidamente a los que me irritan: Jehová dijo: Paz tendréis y a cualquiera que anda tras la obstinación de su corazón dicen: No vendrá mal sobre vosotros.” (Jeremías 23:16-17)
Amado, puedes escuchar este mensaje hoy en los púlpitos por toda América. “¡No tengan miedo – América será bendecida otra vez! Vamos a ser prosperados, todo va a estar bien. ¡Estamos muy bien! América siempre va a ser especial para Dios...”
Pero la triste verdad es que muchos de los que predican este mensaje suave han perdido la unción. Dios ya no les habla – ¡porque están viviendo en pecado!
¡Muchos pastores, evangelistas y maestros no tienen derecho a pararse en un púlpito porque están inmundos! Van a las tiendas de videos a escondidas y luego se sientan en sus estudios mirando suciedad del infierno. (¡Yo sé que esto es cierto porque recibimos cartas dignas de piedad de las esposas de estos pastores!) Sus ojos y mentes están encendidos con la desnudez y toda clase de fornicación. ¡Casi todos estos asalariados impíos deben de ser sacados del ministerio – están condenando a multitudes de ovejas que han confiado en ellos y enviando a numerosos jóvenes al infierno!
Pero Jeremías también habló de otro tipo de pastor: ¡“Sus siervos, los profetas! ”Estos eran hombres de oración llenos de la verdad y el Espíritu Santo. Eran verdaderos pastores; santos, sin mancha, fervientes siervos que fueron “enviados... levantándose temprano.” (Jeremías 23:4)
La Biblia dice que estos hombres de Dios “han estado en el secreto de Jehová” (verso 18). La palabra “estado” quiere decir, en otras palabras, ¡tuvieron un intercambio o comunión con el Padre celestial! Una y otra vez en la Biblia, encontrarás esta característica en cada hombre de Dios. Elías estuvo delante de Acab y le dijo: “He venido a ti, rey, porque he estado en la presencia de Jehová Dios de Israel.” (1 Reyes 17:1)
“¿Quién estuvo atento a su palabra y la oyó?” (Jeremías 23:18) ¡Los profetas oyeron consejo de Dios y lo entendieron y lo predicaron! Dios dice que este tipo de siervos “causan que mi pueblo oiga mis palabras... (haciéndolos volver) de su mal camino y de lo malo de sus obras.” (23:22) ¡Ellos no temen exponer el pecado en la casa de Dios, no importa quien sea convicto!

¡No se puede culpar solamente a los pastores
descarriados por la muerte espiritual y el
compromiso en la iglesia de hoy!

Comentarios

  1. Jeremías mismo era todo lo que una congregación hambrienta podía pedir en un pastor. Él estaba encerrado con Dios; no lo podían comprar a ningún precio; lloraba por de los pecados del pueblo de Dios. ¡Estaba listo para entregar su vida por la iglesia -- y ciertamente fue enviado a la cárcel y a un pozo cenagoso por decir la verdad!

    Una y otra vez, las Escrituras dicen que Jeremías esperaba en la presencia del Señor hasta que “la palabra del Señor viniera a él.” (¡Esta frase aparece en más de cincuenta ocasiones en el libro de Jeremías!)

    En esos días no había escasez de la verdadera palabra de Dios. Ciertamente, el Señor siempre había tenido sus profetas y pastores verdaderos, aún en tiempos de compromiso y deterioro. Una y otra vez, lees: “Y la palabra del Señor vino a Isaías... a Jeremías... a Ezequiel.” Vino a Daniel, Óseas, Joel, Amós, Jonás, Miqueas, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y a Malaquías.

    Y la palabra de Dios era siempre un aviso claro – lleno de juicio contra el pecado pero lleno de esperanza para el arrepentido. ¡Era un llamado de separación de la impiedad y a una vida continua de santidad!

    Usualmente, había tres clases de respuestas a la palabra de la verdad. Y estas tres clases de respuestas se ven hoy en día en los cristianos.

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